viernes, 11 de diciembre de 2015

Marcelo, mi amigo invisible

Que un niño tenga un amigo invisible es anecdótico y, según oí en la radio un día, algo que no es preocupante. Que el amigo invisible lo tenga una persona adulta ya puede requerir de alguna clase de estudio psiquiátrico porque puede ser pelín esquizofrénico. Pero si el amigo invisible lo tiene todo un Ministro de Interior, es decir, el jefe de la Policía y la Guardia Civil, la cosa se torna siniestra, o de algo que no tomaríamos en serio de tratarse de algún tipo de representación satírica. 

El amigo en cuestión responde al nombre de Marcelo y, al parecer, en la perturbada mente de Jorge Fernández Díaz, toma la forma de ángel celestial. Entre sus poderes se haya la capacidad de proporcionarle aparcamiento al jefe del Monasterio de Interior. Supongo que tendrá otras habilidades, pero las desconozco. Según palabras del beneficiario de los servicios del divino enviado, también le ayuda en las grandes cosas, imagino que en la elaboración de la Ley Mordaza.

Este asunto no es para tomárselo a chirigota. Deja a las claras el gobierno que hemos padecido, una mezcla de incompetentes y corruptos que dejaría en paraíso democrático buena parte de las repúblicas bananeras de la historia. En el caso del Ministro de Interior, tenemos el de un integrista religioso, que dice haber descubierto a Dios en Las Vegas después de un pasote de LSD. Toda una revelación.

En qué manos estamos.



PD: En la foto, el Ministro cuando conoció a Dios en Las Vegas.

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