¿No estáis un poco hasta las narices de tanto "momento histórico"
que se da últimamente? Partiendo de la base de que todo momento es en sí
mismo histórico (porque si no ya me contaréis qué es), empiezo a estar
hartito de oírlo mínimo una vez por semana, corrigiendo y aumentando la
tradición deportiva del "Partido del Siglo" que había dos o más veces al
año. Volviendo a lo del "momento histórico", acabaremos calificando así
a cualquier soplapollez, como por ejemplo el pacto PSOE y Ciudadanos.
Dado que parece destinado a estamparse por falta de apoyos, su
historicidad se recogerá en estudios sobre la época, pero su
trascendencia la pondrán los eruditos del futuro en su lugar: el de la
payasada, donde encontrarán casi toda la política española de los
últimos años.
Sobre este suceso habrá quien diga que es histórico
porque marcará la muerte del PSOE. Bueno, allá ellos. Yo creo que el
PSOE tiene la marca de la muerte desde Suresnes, en 1974, y los
gobiernos y mayorías absolutas solo contribuyeron a empeorar la
situación, paradójicamente. Con Felipe González comenzó el PSOE a
deslizarse hacia la derecha, hacia el neoliberalismo. Lo de ahora no es
más que otra consecuencia del pecado original con el que desaparecerán,
no sé si hoy, dentro de un año o dentro de veinte.
Volviendo al
tema de la proliferación de “momentos históricos”, y obviando la posible
discusión filosófica acerca de ello, quiero pedirles a los responsables
de las televisiones que se estrujen un poco las meninges y piensen en
otras fórmulas para variar, de vez en cuando, de coletillas. Vale, lo
“momento histórico” tiene gancho como titular junto a una imagen, pero
empiezan a crearme hastío, cuando no risa. Julio César cosido a
puñaladas, Napoleón coronándose emperador, el Ejército Rojo derrotando a
los nazis en Stalingrado... cosas que sí tuvieron trascendencia y ante
las cuales los sucesos calificados como históricos hoy no llegan ni a
nota a pie de página.
No es más que otra consecuencia de la
espectacularización de la política, cada vez más parecida a un programa
de la telebasura. Por ejemplo: miedo me da cual va a ser el show que
monte Pablo Iglesias para recuperar protagonismo. Dado que la última
aparición en el Congreso para suspender negociaciones con el PSOE
correspondió a Errejón y demás lacayos de su camarilla, es posible que,
para el debate de investidura, prepare una entrada en el hemiciclo tipo
Locomía, bajando las escaleras mientras mueve coloridos abanicos, o tal
vez entre colgando de un cable modo “Circo del Sol”. O quién sabe si
volveremos a tener al bebé de Bescansa a mano. Lo de aparecer con algún
documento programático estilo Moisés bajando del Monte Sinaí con las
Tablas de la Ley ya lo tiene muy gastado. Además, del programa económico
aquel que presentó cual Mesías queda más bien poco, y eso que no hace
ni un año y medio que compareció como si portase la Verdad Revelada en
brazos y flanqueado por los otros dos profetas Vincenç Navarro y Juan
Torres López.
Pablo Iglesias, y Podemos en general, me recuerdan
un poco a aquel segmento de un capítulo de Halloween de Los Simpson, que
se titula “El ataque de los adefesios de 15 metros”. En él, los
protagonistas llegaban a la conclusión de que si no miraban para ellos,
los engendros publicitarios desaparecerían por sí solos. A Podemos le
pasa algo por el estilo, si nadie mirase para ellos se diluirían, así
que todo vale a la hora de salir por la tele. Pero como saben que si son
repetitivos caerán en el cansinismo, probarán con distintas
mamarrachadas y posiblemente tengamos otro diluvio de “momentos
históricos”. Así que los que aún tengan estómago para seguir la política
por la tele, prepárense. No les queda nada.
Disfruten de lo votado. O de lo televisado.