Que un niño tenga un amigo invisible es anecdótico y, según oí en la
radio un día, algo que no es preocupante. Que el amigo invisible lo
tenga una persona adulta ya puede requerir de alguna clase de estudio
psiquiátrico porque puede ser pelín esquizofrénico. Pero si el amigo
invisible lo tiene todo un Ministro de Interior, es decir, el jefe de la
Policía y la Guardia Civil, la cosa se torna siniestra, o de algo que
no tomaríamos en serio de tratarse de algún tipo de representación satírica.
El amigo en cuestión responde al nombre de Marcelo y, al parecer, en la
perturbada mente de Jorge Fernández Díaz, toma la forma de ángel
celestial. Entre sus poderes se haya la capacidad de proporcionarle
aparcamiento al jefe del Monasterio de Interior. Supongo que tendrá
otras habilidades, pero las desconozco. Según palabras del beneficiario
de los servicios del divino enviado, también le ayuda en las grandes
cosas, imagino que en la elaboración de la Ley Mordaza.
Este
asunto no es para tomárselo a chirigota. Deja a las claras el gobierno
que hemos padecido, una mezcla de incompetentes y corruptos que dejaría
en paraíso democrático buena parte de las repúblicas bananeras de la
historia. En el caso del Ministro de Interior, tenemos el de un
integrista religioso, que dice haber descubierto a Dios en Las Vegas
después de un pasote de LSD. Toda una revelación.
En qué manos estamos.
PD: En la foto, el Ministro cuando conoció a Dios en Las Vegas.