sábado, 18 de abril de 2015

Rodrigo Rato, de los Rato Figaredo de toda la vida

La detención y puesta en libertad express de Rodrigo Rato ha acaparado las portadas de todos los diarios en este país y, dada la relevancia del personaje, ha ocupado importantes espacios en los medios internacionales. Es lógico su impacto, el tipo no era un cualquiera. Fue Vicepresidente del Gobierno con Aznar, Ministro de Economía, Gerente del Fondo Monetario Internacional (dicho sea de paso, el destino de los dirigentes de este organismo es muy descriptivo) y uno de los tipos que hundió Bankia. Fue un hombre poderoso y así tan alto llegó como dura es su caída y el ruido que hace al estrellarse.

Con la afición que tienen en los medios para tirar de las hemerotecas, no voy a emplear mucho tiempo en describir la cantidad de hipocresía que destilaba este sujeto. Es, simplemente, un ejemplo más de la derecha nacional-católica, esa de predicar una cosa y hacer la contraria, que tanto abunda en el PP. Nada nuevo bajo el sol. Sí que voy a decir una cosa, y es que se le considera generalmente el mejor Ministro de Economía de la historia española. Tal vez lo sea, viendo la pandilla de luminarias que hemos sufrido, pero creo que tiene gran responsabilidad en la creación de la burbuja inmobiliaria que nos reventó en la cara en 2008, cuando la crisis mundial comenzaba a golpear rudamente. No olvidéis darle las gracias aún hoy en 2015.

Para justificar sus capitales en Suiza (otra característica que también es muy nacional-católica, aunque lo cierto es que es bastante transversal), tiró de la consabida excusa de la herencia. En su caso puede ser hasta cierto, porque los Rato-Figaredo, a los que conocemos en Asturias, tienen una larga y contrastada trayectoria de explotación desalmada y desfalco masivo. Hay cosas que van en los genes. Si no lo creen, busquen en Google cual fue el destino del Banco de Siero y pásmense, si quieren, al ver que el protagonista de aquello fue el padre del sujeto en cuestión. Y si encuentran una sucinta biografía de Ramón Rato (no la de la Wikipedia, que es bastante blandita), léanla con detenimiento, merece la pena para ver como lo del PP también es herencia, pero del Franquismo.

Da que pensar la clase de mundo en el que vivimos. Defraudar a Hacienda para esta clase de gente es tan fácil como ir a la sucursal más cercana, o incluso cómodamente sentado frente al ordenador. Un clic, una transferencia o pasando el fin de semana en Zurich y ya has evadido capitales. En este mundo los capitales circulan con más libertad que las personas. Piénsenlo cuando salgan noticias de la cantidad de pasta que tienen esos delincuentes en diversos paraísos fiscales y acto seguido nos digan que han muerto no sé cuántos inmigrantes por que se hundió la cáscara de nuez en la que iban. Está claro que hace falta darle la vuelta a este mundo, donde las fronteras solo existen para los seres humanos pero son completamente permeables al dinero negro.

Parece ser que aún quedan otros 704 individuos que tienen responsabilidad política y se han acogido a la amnistía fiscal. Un apunte sobre esto último: cuando los defraudadores y delincuentes blanquean dinero negro, suele pagarse alguna “comisión”. En este caso, ha sido el Estado Español con Montoro a la cabeza quien ha ejercido de blanqueador de dinero por una comisión módica, inferior en muchos casos al 10%. No solo evasores fiscales sino narcotraficantes y vendedores de armas han podido blanquear su dinero con total impunidad, e incluso con Montoro dándoles las gracias. ¡Así da gusto!

Volviendo a los 704 que faltan, parece que hay mondongo como para que todos los partidos estén temblando. 704 nombres relevantes que tenían sus herencias en Suiza o cualquier otro país con muy ventajosas condiciones fiscales. Dicen que todo el show que se montó con Rato es una cortina de humo para ver si se nos olvidan que hay 704 sujetos más, que dedicándose a la política, consiguieron heredar de sus familias un montón de pasta. Si salen los nombres, hago una apuesta: 703 dirán que sí, que es una herencia de su padre, que en vida no tenía ni donde caerse muerto. Al tiempo.

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