domingo, 17 de abril de 2016

Peor que lo que dicen es lo que cobran

Circula por las redes una imagen, que en realidad corresponde a 2013, en la que un ultraliberal nos da una lección de cómo funciona el mundo y lo equivocados que estamos todos los que creemos en la fuerza del trabajo. Reproduzco a continuación la misma:


Dice estas cosas y lo bien que vive
Este individuo responde al nombre de Juan Ramón Rallo, es liberal y vive muy bien de salir en los medios como todólogo, lo mismo te habla de economía que de física cuántica y siempre con aires de dar clases magistrales. También da conferencias, no gratuitas, y demuestras cierta diarrea en su producción editorial, aunque no a niveles de César Vidal. También publica en medios tan respetables como Libertad Digital, conocido por autofinanciarse.


Aunque en cierto modo no deja de ser uno más de esa patulea que puebla las televisiones e invade franjas horarias en programas de show político, es un perfecto ejemplo de aquellos que a base de demagogia y exposición televisiva hacen calar los mensajes en el inconsciente colectivo, aunque en primera instancia crean rechazo. Esa brillante memez que pongo corresponde a un artículo de 2013, pero su validez dentro de cerebros capitalistas es tan incuestionable hoy como lo fue hace un siglo y parece que lo seguirá siendo durante bastante tiempo. Así funcionan los explotadores y esa es su lógica.

La afirmación no hace sino confirmar la necesidad de hacer huelgas cuando el trabajador quiere reivindicar. Como dice este joven psicópata, si el empresario es el que genera la plusvalía, estaría bien saber cuánto es capaz de ganar si los trabajadores sueltan las herramientas, se niegan a producir y mientras no cobran, boicotean los productos que fabricaron con su esfuerzo logrando que bajen las ventas. Se supone que la plusvalía del empresario, entonces, se multiplicará, al no tener que pagar a esos parásitos llamados trabajadores.

Lo malo no es que haya sujetos que digan estas barbaridades, que es para lo que cobran, pero desgraciadamente, hay cada vez más casos donde los trabajadores en lucha son presentados (y considerados así por el público) como caraduras que solo quieren cobrar más y trabajar menos. Sucedió cuando en Madrid los empleados de recogida de basuras se pusieron en huelga y la derecha castiza les atacó; en general la reacción de todos los sectores reivindicativos fue defenderlos, pero hubo gente que en vez de luchar para que les suban el sueldo a ellos mismos, prefiere pelear para que no se lo suban a los demás.

Sin embargo, en los últimos tiempos hemos visto casos de huelgas donde esta vez la “nueva” política forma parte de la patronal. Suelen tener gente que se dice de izquierdas en sus filas, pero han adoptado actitudes peligrosas, cercanas a las de un empresario neoliberal. Por ejemplo, Ada Colau contra los trabajadores del Metro. La misma que apoya huelgas en campaña electoral y las revienta en el gobierno. Si la que hubiese hecho esto se llamase Esperanza Aguirre o Ana Botella, seguro que tendríamos a la “nueva” política defendiendo a los trabajadores, pero como es la “nueva” política la que comete el dislate, todos a mirar para otro lado o criticar a los trabajadores.

Es el daño que está haciendo la exclusiva mercantilización de la política a través de la televisión. Cuenta más la imagen que los principios. Como Barcelona iba a quedar feo con los conductores del Metro en huelga en pleno acto de promoción en la ciudad, les atacamos, publicamos sus sueldos y decimos que se pasan un huevo. Igual a como actúa la derecha clásica. Como diría que hay que actuar Juan Ramón Rallo. ¡Qué flaco favor nos estamos haciendo!
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José Manuel Soria ha dimitido. Su lugar debería ser la cárcel, pero acabará en algún consejo de administración. Con lo que ha beneficiado a las eléctricas, no deberían dejarlo tirado así.
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¿Están seguros que dos y dos son cuatro? No lo aseguren tan rápido. Por ejemplo, en mi mundo, 142.537 es bastante menos de la mitad de 393.538. De hecho, la calculadora dice que es el 36,21%. Sin embargo mi percepción está equivocada. Miren lo que dice Público:
Esto puede ser una errata, pero de un medio tan desacreditado me espero cualquier cosa
Por supuesto, esto se refiere al proceso de consulta interna de Podemos, que ante la posibilidad de que salga una participación ridícula hacen lo que sea. Por ejemplo, manipulan el censo, quitando inscritos, de modo que no se sabe a qué datos atenerse, pero quién sabe si dará una participación del 114%. Del planteamiento de la pregunta ya ni hablo, por que es un ejemplo de tratar al personal como lerdos. La charlotada es tremenda, pero no es más que un nuevo capítulo de un proceso circense que lleva durando más de dos años.

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