Circula por las redes una imagen, que
en realidad corresponde a 2013, en la que un ultraliberal nos da una
lección de cómo funciona el mundo y lo equivocados que estamos
todos los que creemos en la fuerza del trabajo. Reproduzco a
continuación la misma:
Dice estas cosas y lo bien que vive |
Este individuo responde al nombre de
Juan Ramón Rallo, es liberal y vive muy bien de salir en los medios
como todólogo, lo mismo te habla de economía que de física
cuántica y siempre con aires de dar clases magistrales. También da
conferencias, no gratuitas, y demuestras cierta diarrea en su
producción editorial, aunque no a niveles de César Vidal. También
publica en medios tan respetables como Libertad Digital, conocido por
autofinanciarse.
Aunque en cierto modo no deja de ser
uno más de esa patulea que puebla las televisiones e invade franjas
horarias en programas de show político, es un perfecto ejemplo de
aquellos que a base de demagogia y exposición televisiva hacen calar
los mensajes en el inconsciente colectivo, aunque en primera
instancia crean rechazo. Esa brillante memez que pongo corresponde a
un artículo de 2013, pero su validez dentro de cerebros capitalistas
es tan incuestionable hoy como lo fue hace un siglo y parece que lo
seguirá siendo durante bastante tiempo. Así funcionan los
explotadores y esa es su lógica.
La afirmación no hace sino confirmar
la necesidad de hacer huelgas cuando el trabajador quiere
reivindicar. Como dice este joven psicópata, si el empresario es el
que genera la plusvalía, estaría bien saber cuánto es capaz de
ganar si los trabajadores sueltan las herramientas, se niegan a
producir y mientras no cobran, boicotean los productos que fabricaron
con su esfuerzo logrando que bajen las ventas. Se supone que la
plusvalía del empresario, entonces, se multiplicará, al no tener
que pagar a esos parásitos llamados trabajadores.
Lo malo no es que haya sujetos que
digan estas barbaridades, que es para lo que cobran, pero
desgraciadamente, hay cada vez más casos donde los trabajadores en
lucha son presentados (y considerados así por el público) como
caraduras que solo quieren cobrar más y trabajar menos. Sucedió
cuando en Madrid los empleados de recogida de basuras se pusieron en
huelga y la derecha castiza les atacó; en general la reacción de
todos los sectores reivindicativos fue defenderlos, pero hubo gente
que en vez de luchar para que les suban el sueldo a ellos mismos,
prefiere pelear para que no se lo suban a los demás.
Sin embargo, en
los últimos tiempos hemos visto casos de huelgas donde esta vez la
“nueva” política forma parte de la patronal. Suelen tener gente
que se dice de izquierdas en sus filas, pero han adoptado actitudes
peligrosas, cercanas a las de un empresario neoliberal. Por ejemplo,
Ada Colau contra los trabajadores del Metro. La misma que apoya
huelgas en campaña electoral y las revienta en el gobierno. Si la
que hubiese hecho esto se llamase Esperanza Aguirre o Ana Botella,
seguro que tendríamos a la “nueva” política defendiendo a los
trabajadores, pero como es la “nueva” política la que comete el
dislate, todos a mirar para otro lado o criticar a los trabajadores.
Es el daño que está haciendo la
exclusiva mercantilización de la política a través de la
televisión. Cuenta más la imagen que los principios. Como Barcelona
iba a quedar feo con los conductores del Metro en huelga en pleno
acto de promoción en la ciudad, les atacamos, publicamos sus sueldos
y decimos que se pasan un huevo. Igual a como actúa la derecha clásica.
Como diría que hay que actuar Juan Ramón Rallo. ¡Qué flaco favor
nos estamos haciendo!
*
José Manuel Soria ha dimitido. Su lugar debería ser la cárcel, pero acabará en algún consejo de administración. Con lo que ha beneficiado a las eléctricas, no deberían dejarlo tirado así.
*
¿Están seguros que dos y dos son cuatro? No lo aseguren tan rápido. Por ejemplo, en mi mundo, 142.537 es bastante menos de la mitad de 393.538. De hecho, la calculadora dice que es el 36,21%. Sin embargo mi percepción está equivocada. Miren lo que dice Público:
Esto puede ser una errata, pero de un medio tan desacreditado me espero cualquier cosa |
Por supuesto, esto se refiere al proceso de consulta interna de Podemos, que ante la posibilidad de que salga una participación ridícula hacen lo que sea. Por ejemplo, manipulan el censo, quitando inscritos, de modo que no se sabe a qué datos atenerse, pero quién sabe si dará una participación del 114%. Del planteamiento de la pregunta ya ni hablo, por que es un ejemplo de tratar al personal como lerdos. La charlotada es tremenda, pero no es más que un nuevo capítulo de un proceso circense que lleva durando más de dos años.
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